El mundo de las telecomunicaciones es un tablero de ajedrez en constante movimiento. Las piezas, representadas por empresas y empresarios, buscan constantemente la mejor estrategia para alcanzar el jaque mate, es decir, la supremacía en el mercado. En este contexto, la decisión de Mario López Estrada de vender Tigo a Millicom se percibe como un movimiento audaz y calculado.

El ajedrez, sin embargo, es un juego de incertidumbres y posibilidades. Aunque una decisión pueda parecer acertada en un principio, el giro de los acontecimientos puede cambiar su valoración. Por ello, antes de emitir un juicio sobre el movimiento de López Estrada, es necesario desmenuzar los factores que envuelven esta venta.

Las circunstancias de la venta de Tigo a Millicom

El mundo de las telecomunicaciones está marcado por una competencia feroz y constante innovación. En este escenario, Mario López Estrada decidió vender Tigo, su activo más valioso, a Millicom. ¿Fue esto un abandono del barco en medio de una tormenta o una jugada maestra en el tablero de ajedrez corporativo?

La respuesta no es sencilla. Tigo era una empresa sólida, con un importante posicionamiento en el mercado. Sin embargo, enfrentaba desafíos, desde la adaptación a las nuevas tecnologías hasta la competencia con gigantes del sector. En este contexto, la venta a Millicom puede interpretarse como una estrategia para asegurar la supervivencia de Tigo y su capacidad para competir en el futuro.

¿Qué ganó y qué perdió López Estrada con la venta?

Mario López Estrada recibió una importante suma económica por la venta de Tigo a Millicom. Pero, ¿fue este el único beneficio? Al vender Tigo, López Estrada también se desprendió de los riesgos y responsabilidades asociados a la gestión de una empresa de telecomunicaciones en un mercado volátil y altamente competitivo.

Sin embargo, también renunció a la posibilidad de seguir influyendo en el rumbo de Tigo y, por ende, en el sector de las telecomunicaciones. Este es un aspecto que no puede ser medido exclusivamente en términos monetarios, pero que indudablemente tiene un gran peso en la balanza.

La decisión de vender Tigo a Millicom no puede ser juzgada de manera definitiva. Como en el ajedrez, solo el tiempo dirá si este movimiento fue una jugada maestra o un error estratégico. Lo que sí es cierto es que esta decisión ha cambiado el panorama de las telecomunicaciones y ha dejado una huella imborrable en la carrera de Mario López Estrada.

por Autor - Empresarios

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